lunes, 21 de septiembre de 2015

Capítulo segundo: Asientos de Cuero

Es increíble que nadie viera nada. Vivía rodeado de cámaras, de miles de miradas indiscretas. Estaba sujeto a una rutina más que previsible. Continuamente, el azul de mis ojos adelantaba mis actos a quien cruzara más de tres míseras frases conmigo..

Solías decir de mi que era un libro abierto, una persona sin dobleces; endiabladamente aburrida. Un tipo poco dado a las sorpresas, a los cambios de humor repentino. Un sol de marido y un ciudadano ejemplar. Gran padre y mejor amigo ¿Un buen Amante? ¡No me hagas reír! Me veías como el asesino de cupido a punta de pistola o a golpe de copazo. Y con él, siempre según tú, claro, había terminado con la más bella historia que tu corazón post adolescente pudo soñar.

Madrid es uno de los lugares más vigilados del mundo. Cuesta trabajo pensar que nadie viera nada.
-¡Es imposible que se lo haya tragado la tierra! -Gritaba mi suegro en la comisaría de Hortaleza.

Mientras mi suegro se dejaba la voz abroncando a ese pobre guardia, yo ya estaba lejos de la frialdad de tus brazos. Después de arrojar el retrovisor por la ventanilla a las primeras de cambio decidí que ya no iba a mirar para atrás; no fuera que me pasara como a Orfeo pero al revés y aparecieras súbitamente sentada en el asiento de atrás.

Las ruedas de mi pequeño bólido lanzaban un grito sordo en cada una de las numerosas curvas que surcaban aquella noche despejada y poco a poco, empotrado en ese asiento de cuero, estaba dejando de sentir el frío que me transmitía tu recuerdo.

Mi coche atravesando la Sierra de Madrid a toda velocidad se había convertido en un hospital de campaña en el que la aguja señalando la parte alta del velocímetro inyectaba en mi cuerpo el antídoto contra tus miradas indiferentes, esos besos que no dicen nada. Esa burocracia familiar del sálvese quien pueda. Amor enlatado guardado en un armario fresco y seco.

Me alejaba, rápidamente, de noche, sin avisar, bañado por un mar de estrellas y abrigado por un manto de pinos y, por raro que parezca, nadie vio nada.


2 comentarios:

  1. Ya sabes que soy antitaurino. Pero al leerte solo se me ocurre decir Oleee.

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  2. Como siempre escribo algo....

    Pues eso.... "algo"

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